Es en la guerra cuando el ser humano desciende a los avernos, a sus instintos más primarios y se imbuye de la violencia y la saña más abominable.
De Alejandro a César y de Napoleón a Rommel, el hombre a hecho la guerra demostrando la capacidad de nuestra mente para crear destrucción y muerte. Como dijo Robert E. Lee, "Menos mal que la guerra ha de terminar, de lo contrario, acabaría por gustarnos demasiado". Incluso de pequeños jugamos con armas de juguete sin darnos cuenta ni ser conscientes de que con ello estamos simulando la muerte de otro ser humano (basta darle una vara o un simple palo a un niño para comprobar a lo que juega simplemente por instinto...)
¿Lo llevamos en la sangre ? ¿Es nuestra herencia más remota? Lo cierto es que forma parte de nuestras vidas desde que el hombre es hombre.
La guerra es la consecuencia más triste de todos nuestros actos. Es la peor respuesta de nuestras manos a los problemas, la fealdad más absoluta, casi el infierno en la tierra.
Todos nosotros vivimos en una sociedad y un mundo moderno en el que podemos decir lo que pensamos gracias en gran medida a que otros iguales dieron sus vidas creyendo en que la razón estaba de su parte. Hombres y mujeres que lucharon y murieron por alguna causa, justa o no.
Por eso, desde aqui, los que creemos que la guerra debe existir sólamente moviendo soldaditos de plomo en una mesa, gracias a todos ellos...
El Brazo de Nelson.
Si ya nos ponemos en plan filosóficos habrá que ponerse más serio en este asunto, en plan "viejunos wargameros", así me gusta compadre sentando las bases!!!
ResponderEliminarSalute, mi brodel!
ResponderEliminar